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La digitalización de un disco original es en sí mismo un complejo arte. Este trabajo es muy delicado en general, pues hay muchas variantes que debemos tener en cuenta antes de “bajar” un disco a la computadora. El largo proceso comienza con la limpieza del disco…
Limpieza: mientras los discos de vinilo (los llamados long play de 33 y 1/3 rpm de velocidad, popularizados a partir de mediados de los años ‘50 y vigentes hasta comienzos de los ‘90) pueden ser limpiados con una solución que incluya un pequeño porcentaje de alcohol, los discos de pasta (de 78 rpm) sólo pueden ser lavados con una mezcla de agua y jabón. Una sola gota de alcohol podría destruir el disco en pocos segundos. Para lograr una limpieza profundautilizamos una máquina limpiadora profesional recomendada por la “Library of Congress” de los Estados Unidos. Se trata de la VPI HW-17F, una maravillosa solución para la limpieza de discos. Esta máquina aplica el fluido correspondiente con un cepillo que distribuye el líquido limpiador por cada uno de los surcos del disco. Posteriormente, el brazo succionador aspira toda la suciedad acumulada en el surco. Esta segunda operación se repite nuevamente en dirección contraria, garantizando una profunda limpieza del disco. Una vez limpiados ambos lados del disco, éste ya está listo para la próxima etapa.
Elección de la púa: según pasaron los años, los discos de pasta y los vinilos fueron achicando el ancho de los surcos que contienen la música. Haciendo un brevísimo resumen podemos decir que los antiguos discos de pasta de 78 rpm tenían surcos muy anchos, y que a medida que las compañías grabadoras fueron perfeccionando el sistema de grabación y reproducción esos surcos se fueron achicando hasta llegar al formato del vinilo moderno. Es por esto que cada disco merece un análisis particular antes de elegir qué púa usar para su adecuada reproducción. Es claro que un disco de los años ‘20 va a precisar una púa con una punta más ancha que un long play editado en los años ‘60. Sin embargo siempre hay sorpresas. El estado del disco influye en gran medida en la elección de la púa que usaremos. Incluso los distintos tipos de punta (cónica, elíptica, punta truncada) pueden funcionar mejor o peor según el tipo de disco y estado general del mismo. Dada las complejas variables con las que nos encontramos en este proceso, hemos decidido reunir una importante serie de púas de distinto formato y ancho de punta fabricada a mano por la compañía “Expert Stylus” de Gran Bretaña. Estas púas son utilizadas por innumerables estudios de restauración de audio profesional en todo el mundo, logrando una fama y resultados imbatibles a la hora de lograr una correcta reproducción de los discos.
Cartridge o Cápsula: las cápsulas son una pieza fundamental a la hora de reproducir un disco, pues son los pequeños “traductores” que convierten la energía mecánica (producida por el movimiento de la púa sobre el relieve del surco del disco) en energía eléctrica que a su vez es convertida en vibración sonora por el amplificador que tengamos enchufado a los parlantes. Así como las púas, cada tipo de disco y época de grabación responde mejor a cierto tipo de cápsula. Por eso hemos reunido diversas opciones de primer nivel, incluyendo varias cápsulas Shure, Stanton y Grado.
Bandeja o tocadiscos: entre las distintas marcas y modelos disponibles hay enormes variantes que pueden ayudar a obtener un mejor o peor resultado. Primeramente hay que poder contar con un equipo que permita reproducir discos en las distintas velocidades consideradas estándar en todo el mundo: 78 rpm (y sus variantes), 45 rpm y 33 y 1/3 rpm. Al mismo tiempo -y teniendo en cuenta que durante la primera mitad del siglo XX las velocidades utilizadas por las distintas compañías podían diferir notablemente- es fundamental contar con un reproductor que nos brinde la posibilidad de ajustar al detalle la velocidad. Para esto es importante utilizar un disco estroboscópico, una sencilla herramienta que crea un efecto óptico a fines de indicar con exactitud la cantidad de revoluciones que da un plato giradiscos por minuto. Una vez chequeado esto estamos listos para elegir cómo amplificar la señal que levanta la púa.